Quizás fueron los 5 mil aficionados que hicieron sentir completamente abarrotado el Estadio Nacional, quizás esos 45 minutos en Honduras no fueron un espejismo o quizás fue el amor a la camiseta y el apoyo de todo un país encima, incluso, quizás fue una pequeña combinación de todos estos factores y más, pero la Selección Nacional de Costa Rica demostró que está viva, demostró que sí se puede y que el sueño por el Mundial Qatar 2022 está más vivo que nunca.
En el mejor partido en la era de Luis Fernando Suárez, La Sele logró remontar un partido que había que ganar sí o sí. La garra, el amor a la camiseta, la entrega en cada balón y esas noches hermosas, mágicas, de colección, a las que estábamos (mal) acostumbrados en eliminatorias, volvieron al Nacional.
La tarde iniciaría con un sabor amargo para los nuestros, ya que tan solo a los 12 minutos, caería un gol de El Salvador con una pared extraordinaria, cuando Joaquín Rivas jugó de memoria para Jairo Henríquez, quien de primera intención, apuntó, alzó la mirada y sacó un remate potente, raso y a la esquina del vertical de Keylor Navas, quien no logró llegar y evitar la caída de su marco, ante una defensiva pasiva que nunca logró anticipar a sus rivales y los salvadoreños rápidamente nos pintaban la cara.
Luego de la anotación La Sele se vio más que obligada a buscar la paridad, intentó adelantar las filas y adueñarse del balón para así atacar la portería del guardameta González, pero como ha sido la tónica durante la eliminatoria, la ofensiva nacional ha sido de bajo rendimiento, inoperante y sin logar apuntar al marco rival.
La opción más clara del primer tiempo llegó a los 36 minutos, mediante la táctica fija, cuando Joel Nataniel Campbell, logró colocar un centro preciso, medido, justo a la cabeza de Celso Borges, quien logró robarle la espalda a su marcador, pero lamentablemente el remate era dirigido hacia el cuerpo del arquero que termina encontrándose la esférica y evitaba el gol del empate.
Finalizando el primer tiempo Costa Rica encontró su mejor versión, los nuestros se volcaron completamente al frente, encerraron a su rival y con remate de Venegas y Tejeda, encendieron los ánimos en el Estadio Nacional, pero la definición seguía siendo la principal deuda.
El segundo tiempo traería una historia completamente distinta. La recompensa a la insistencia llegaría iniciando el segundo tiempo, cuando el capitán, Bryan Ruiz González, ubicado en el segundo palo, donde estaba completamente solo, no perdonó; tras un centro de su compañero de mil batallas, Celso Borges, quien logró ubicarlo, el 10 de la Sele lograba vulnerar al guardameta González y empatar el encuentro.
Rápidamente al 56, Costa Rica volvería a mostrar señales de vida, en un contragolpe planeado, José Guillermo Ortiz encaraba al guardameta salvadoreño y era derribado justo cuando se disponía a rematar. El central no dudaba y señalaba el punto penal.
El encargado, Celso Borges Mora, el jugador con más partidos Clase A en nuestra historia. El 5 nacional se tomó su tiempo, con mucha calma y paciencia, empezaba la carrera y de pierna derecha, disparaba, fusilaba, dejaba sin opciones a González y en una sola voz, todo el país celebraba la remontada de La Sele.
Pese al golpe emocional de la remontada, los visitantes no se daban por menos, El Salvador demostraba que llegaba competir a Costa Rica, buscaba meter presión adelantar filas, pero los nuestros lograban solventar cualquier intento, a punta de garra y corazón, conseguían que Keylor pasara un partido tranquilo.
Conforme se acercaba el final, el estrés se hacía sentir, la ansiedad aumentaba, más de uno se comía las uñas y volvía a gritar y sufrir en cada jugada, pero dentro de la cancha, el equipo que vestía los colores rojo y azul ignoraba todo esto, continuaba luchando cada balón como fue costumbre a lo largo de todo el partido y esa sensación a victoria se podía oler y sentir.
La expulsión de Orellana acercaba aún más estas sensaciones, la opción de Joel frente al guardameta pudo haber sentenciado el encuentro, pero la entrega de los 11 jugadores en cancha era lo que la afición más apreciaba.
Pero claro, un partido de La Sele no es partido sin el sufrimiento y por supuesto que lo teníamos que vivir. La figura de Keylor Navas se agigantó, se volvía a inmortalizar; ese icónico portero de las 3 Champions, ese jugador admirado por leyendas del deporte y que sin duda alguna es la máxima figura de nuestra historia. Navas sacaba en los últimos suspiros un golazo, le quitaba a El Salvador una verdadera obra de arte, le anulaba a los visitantes lo que no sería justo, al menos no en este partido.
De esta manera, La Sele por fin gana, por fin nos hace pensar que es una posibilidad latente llegar a nuestro sexto mundial, finalmente logramos sumar de a 3 y convencen a todo un país de que realmente sí se puede.
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